lunes, 19 de septiembre de 2011

La resurreción de un grande

Mucho han cambiado las cosas en la rivera del Manzanares desde que finalizara la última temporada. El objetivo de clasificarse para la Europa League se veía cumplido, pero ciertos factores hacían ver que se ponía fin a un ciclo, del que en lo deportivo cabría destacar las victorias en 2010 en la Europa League y en la Supercopa de Europa . Pero más en particular, a la simbiosis formada por 2 de los mejores jugadores que pasaron por el Atlético en los últimos años, y que acostumbraba a poner en pie al Calderón. Lamentablemente, tanto Forlán como Kun Agüero salieron del club más como villanos que como héroes.

Se avecinaba un verano turbulento. Gregorio Manzano se puso al frente del equipo, y Reyes sería el encargado de recoger el legado que dejaron las estrellas en el rectángulo de juego. El utrerano, antes repudiado, se convertía en el nexo entre equipo y afición. Pero aún así, eran necesarios fichajes que llenaran el hueco dejado por la anterior pareja de atacantes. Adrián, Gabi o Turan no despertaban la mayor de las ilusiones, y por si fuera poco, Manzano no gozaba con el visto bueno de gran parte de la afición colchonera. Conocida por su gran exigencia, la hinchada rojiblanca pedía caras nuevas capaces de suplantar a la perfección al Kun y al Cacha. A esos nuevos rostros se les puso nombre: Radamel Falcao y Diego Ribas.

Ahora, el Atlético avanza a buen ritmo en Europa y acumula 4 de 9 puntos posibles en Liga. Tal vez no demasiados, pero el colombiano y el brasileño ya han tenido tiempo para levantar las gradas del Calderón. El Tigre comienza a justificar el alto precio de su fichaje a base de goles. Mientras que Diego empieza a mostrar su tremenda calidad en el centro del campo, algo con lo que el Atlético no contaba desde hace lustros. Un jugador desequilibrante, con una gran visión de juego y dotado para dirigir al equipo.

No cabe duda de que la sombra del Pupas es muy alargada, pero el equipo madrileño va por el buen camino para dejarla atrás. Han conseguido formar una gran plantilla, con jugadores capaces de marcar diferencias en momentos importantes, como Falcao, Diego o Reyes. Pero eso no es lo mejor, hacía tiempo que al Atleti no se le veía jugar con una identidad tan manifiesta en todos sus partidos. Un detalle que ha disipado las dudas entre la afición respecto a Manzano. Goyo ha dotado al equipo del criterio necesario en la salida de balón y construcción de juego. Ha recuperado (¡y de que manera!) a Filipe Luis y Mario Suárez. Todo el conjunto se muestra sacrificado en el esfuerzo y ordenado en la presión. Se muestra una paciencia insólita en búsqueda de la ocasión definitiva, pero siempre acompañada por la agresividad de las afiladas garras del Tigre Falcao.

En definitiva, se reúnen suficientes factores capaces de hacer soñar a una afición siempre volcada con su escudo. Pero más que soñar, el término sería recordar. Recordar aquel poderoso Atlético de hace más de una década que se situaba como firme tercer poder al régimen de Madrid y Barça. El objetivo es harto complicado, por no decir utópico. Pero es hora de que la suerte se ponga de lado colchonero, y de que ese vaivén continuo que siempre ha acompañado al club durante gran parte de su historia se dirija solo hacia delante. De momento, cuentan con una afición envidiable, un equipo apto y dispuesto a todo y un entrenador conocedor de la historia del club y sus condiciones. Y siendo el Atlético, nunca se puede descartar nada, pero esta vez toca pensar a lo grande.

Aitor Soler

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