sábado, 24 de mayo de 2014

La final de lo inimaginable

Ser el mejor equipo de la capital, la aspiración de dos equipos que durante más de un siglo ha alimentado una de las rivalidades más auténticas en la historia del fútbol. Hoy, tras 111 años de sufrimientos y alegrías a partes desiguales, Real Madrid y Atlético de Madrid no solo se disputan el reino futbolítico de su ciudad, sino el de todo un continente. Un escenario impensable hace tan solo unos meses.

Porque pese a los buenos refuerzos del equipo blanco en verano, la baja de Mourinho parecía ser una tragedia irreparable para muchos. Aficionados y entendidos de la materia merengue (o supuestamente entendidos) vislumbraban de nuevo un Madrid incapaz de gobernar Europa, y volviendo a ser el hazmerreír entre los grandes clubes del continente. El vacío que provocó la marcha de Mourinho era directamente proporcional a la desilusión que generó la llegada de Ancelotti. Un desencanto que ni los fichajes de Bale, Isco y compañía parecían poder paliar.

Casi un año después del nacimiento de esa decepción generalizada, el Madrid de Ancelotti sueña con gobernar Europa, algo que el antecesor del técnico italiano no tuvo la ocasión ni de imaginar. Como tampoco ningún atlético era capaz, no de imaginar, ¡de soñar! con estar en la final de la máxima competición de clubes del mundo.

¿Quién iba a ser capaz de esbozar en su mente a un Atlético capaz de dejar atrás a Milan, Barcelona y Chelsea cuando no hace tanto estaba más cerca del descenso que de Europa y era eliminado por un 2ª B en la primera ronda de la Copa del Rey? Fue entonces cuando Simeone cogió las riendas del equipo. No han pasado ni tres años de aquello y la hinchada colchonera ya ha celebrado cuatro títulos, y está por mérito propio capacitada para imaginarse festejar un quinto. Nada más y nada menos que una Champions League. ¿Quién lo iba a decir cuando no hace tanto jugarla ya era suficientemente motivo para ir a Neptuno?

Lisboa acogerá el derby de los derbys. El Estadio da Luz será el mejor escenario para una final inimaginable como la de hoy. En ese mismo estadio Grecia ganó una Eurocopa a la anfitriona, Portugal, hace 10 años. Así que, ¿queda alguien todavía con la osadía suficiente de querer predecir lo que ocurrirá esta noche?

Aitor Soler

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