jueves, 10 de julio de 2014

Fútbol, renace de tus cenizas

Argentina y Alemania se verán las caras por tercera vez consecutiva en un Mundial. Las dos últimas ocasiones fueron en cuartos de final. Los germanos se llevaron el gato al agua en ambas ediciones, por penaltis en 2006 y por goleada en 2010. Pero esta vez serán palabras mayores, la Mannschaft y la albiceleste lucharán directamente por el cetro mundial. También por tercera vez, argentinos y alemanes se verán las caras en la final de una Copa del Mundo, como sucediera en 1986 y en 1990, ediciones en las que respectivamente Maradona y Matthäus impusieron su ley y su estilo. Casi un cuarto de siglo después del último enfrentamiento finalista entre ambas selecciones, Brasil espera la coronación del futuro Rey. El reino futbolístico aguarda la llegada de su nuevo y justo poseedor.

Solo un equipo será capaz de llevarse el trofeo a sus vitrinas. Solo una selección será capaz de sumar una estrella más sobre su pecho. Al igual que cuenta la leyenda del Rey Arturo, solo uno estaba destinado a sacar la espada Excalibur de la roca. Solo uno será digno merecedor de la Copa del Mundo. Y para ello, deberán esforzarse por merecerlo en la final del 13 de julio en Maracaná, el lugar idóneo para que el futuro campeón reconcilie a talento y fútbol, dos factores que han vivido demasiado separados este Mundial.

Pocas ediciones de la Copa del Mundo han juntado tanto talento como la de Brasil 2014. Las favoritas llegaban a la fase final de la cita mundialita acompañadas por una clase media dispuesta a dar más de un susto, y así se ha podido comprobar en el mes de competición. Pero el nivel futbolístico no ha estado a la altura de las altas expectativas que levantó la calidad reunida en Brasil. ¿Los responsables? Planteamientos dirigidos a ocultar errores propios y no a mostrar las propias virtudes. El trabajo colectivo se ha convertido en la suma de las distintas capacidades de los 11 jugadores, cuando debería ser el medio para que cada una de las diferentes capacidades de los futbolistas generasen ventajas en el partido. Ideas así han sustituido el atrevimiento por el pánico, muy contrario a lo que rezaba el espectacular anuncio de Nike previo al Mundial: Arriésgalo todo.

Este síntoma se ha ido agudizando según avanzaba el torneo. Ya que las selecciones pertenecientes a esa potente clase media han sido las más osadas. Pero son las favoritas de siempre las que han llegado a las fases finales, donde el fútbol por unas cuestiones o por otras ha brillado por su ausencia. Porque el fútbol debe ser entretenimiento y emoción. Dos factores que no han conseguido reconciliarse en estas semifinales. El 7-1 de Alemania a Brasil fue un espectáculo memorable, una exhibición nunca vista en un Mundial y que rara vez se repetirá. Pero los aficionados de la Penta-campeona no merecían ese castigo, al igual que Scolari no merecía sentarse en ese banquillo. Pero no toda la culpa debe caer sobre Felipao. Brasil siempre ha sido temida por sus delanteros y hombres ofensivos, y en este Mundial dos de sus mejores hombres formaban la pareja de centrales. Delante, solo un Neymar, una especie en vías de extinción en la cuna del fútbol. ¿Seguro que el mejor camino en el fútbol formativo es fomentar la disciplina táctica y no ayudar a brotar el talento que un país como Brasil posee casi de manera innata?

Sea como fuere, esta Seleçao ya forma parte de la historia del fútbol por ser víctima de una selección alemana que lleva años haciendo, a todos los niveles, lo que tiempo atrás seguramente hacían en Brasil. El equipo de Löw buscará terminar la página de este capítulo que con tanta calidad literaria está rellenando. En frente tendrá al combinado de Sabella, cuya calidad se sigue esperando y que en su ausencia, la sustituye un encomiable valor y esmero. Argentina y Alemania, dos selecciones que brillaron en la década de los 70, en el que cada una ganó un Mundial. Los entendidos en la materia dicen que fue en aquella década donde nació el fútbol que conocemos hoy en día. Ojalá dos de los países protagonistas de aquellos años quieran regalar a este viejo deporte la última noche memorable que merece, y la primera de una nueva y brillante era.

Aitor Soler

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