viernes, 24 de octubre de 2014

Un clásico demasiado precoz para Ancelotti y Luis Enrique

Como viene siendo habitual en las últimas ediciones de la Liga, el clásico llega muy temprano al torneo de la regularidad. Barça y Madrid llegan a su enfrentamiento aleteando las alas con fuerza, pero nadie sabe aún si su vuelo es realmente estable, y todavía no han demostrado su fiabilidad ante rachas de viento imponentes. Los de Luis Enrique llegan imbatidos e invictos en la competición doméstica, pero con más dudas de las que sus extraordinarios números reflejan. El conjunto catalán sigue con buen ritmo su proceso de reconstrucción. El técnico asturiano ha sustituido la chapa y pintura que dejó su antecesor en el cargo por nuevas herramientas que el equipo llevaba pidiendo años. En pocos meses ha conseguido que la sociedad entre Neymar y Messi muestre una afinidad que parece no tener límite, una conexión que está contando en los últimos partidos con la mejor versión de Iniesta, que se ha hecho de rogar. Esta buena sintonía entre los tres tenores culés es un tremendo avance respecto a la última campaña, pero el mérito e Luis Enrique no acaba aquí.


La presión vuelve a parecerse a la poderosa arma que fue antaño, aunque con tanto desuso todavía no está totalmente afilada. Salvo las incógnitas de Douglas y Vermaelen, las caras nuevas no parecen serlo cuando juegan. Bravo ha conseguido que nadie se acuerde del mejor portero de la historia del club, y Rakitic y Mathieu ya se han ganado sus primeras grandes ovaciones en el Camp Nou. Su llegada al Barça ha sido clave para que el equipo, aún vulnerable en ese aspecto, haya dejado de temblar en todas las jugadas a balón parado. Pero no todos los nuevos rostros vienen de fuera. La cantera vuelve a ser ese tercer pulmón de aire fresco del que solo el club catalán puede disponer, Munir y Sandro han respondido a la confianza de su entrenador y ya no son ningunos desconocidos en las convocatorias del primer equipo.

Pero no todo son buenas noticias en Can Barça. Pese a su buen debe, a Luis Enrique le quedan aún varias tareas en el haber que debe resolver, y sin duda recuperar la mejor versión de Piqué es la más primordial dadas las circunstancias. El central ha ofrecido su mejor versión ante el Villarreal y el Rayo, y es urgente que la vuelva a mostrar. El catalán es el mejor capacitado para dirigir el inicio de la jugada desde la retaguardia y comandar las transiciones defensivas, pero su irregularidad sigue condenando al equipo y comienza a despertar murmullos en el Camp Nou. Su posible titularidad en el Bernabéu deberá tapar esas voces de inquietud si desea ayudar a su equipo. Su rendimiento en el clásico será el termómetro del rendimiento del equipo. Para ello, no solo deberá ocultar sus carencias, sino también las de su compañero en la banda derecha, Dani Alves, que pese a su leve mejora en ataque, sigue concediendo una autopista a los rivales por su flanco. Resulta curioso que con estos problemas, los récords que están batiendo los de Luis Enrique sean de imbatibilidad.

El Madrid, el mayor arsenal de Europa, pondrá a prueba los buenos números ligueros de este nuevo Barça. El conjunto blaugrana llega al clásico dejando grandes sensaciones en un partido entre semana por primera vez esta temporada, síntoma de que la maquinaria empieza a estar engrasada y de que el nivel físico comienza a ser el óptimo. Pero esta trayectoria ascendente nada tiene que envidiar a la de su eterno rival.

Tras un comienzo muy dubitativo y varios pinchazos en Liga, el poderío ofensivo del Madrid comenzó a sacarle las castañas del fuego al club blanco y a tapar heridas que se abrirían en canal ante los grandes si Ancelotti no ponía remedio antes, y el técnico italiano parece haberlo encontrado en su segundo año al cargo del equipo. En Anfield, por primera vez, el Madrid del italiano fue claramente superior a un rival de entidad en un escenario complicado, algo que no consiguió en ninguna de las finales aunque las ganara, y que solo dejó ver durante la Supercopa de Europa ante el Sevilla. En sus goleadas ligueras, el Madrid se había mostrado demoledor en ataque, pero no terminaba de adueñarse del partido. Ante el Liverpool, fue diferente. El Madrid estuvo imperial, no solo goleó sino que fue claro soberano del partido.


Y la entrada de Isco en el 11 ha sido el punto de inflexión decisivo en la mejoría blanca. El malagueño nunca será en el Madrid el formidable «10» que prometía ser en Málaga, pero su nueva versión viene de perlas al club de la capital. Isco no solo mejora el rendimiento colectivo de su equipo, sino también el individual de algunos compañeros, y James es el claro ejemplo de ello. El ex del Mónaco y del Oporto al fin rememora la versión que le hizo convertirse en la revelación del Mundial. El colombiano se ha liberado de las tareas defensivas que lastraban su juego y se ha destapado como un excelente pasador gracias al enorme trabajo recuperador del malagueño, que tampoco descuida su labor en ataque. Con menos alegrías que antes, el benalmadense sigue rompiendo líneas y dejando atrás rivales como solo él sabe hacer. Su conducción y pase hace aún más temible a la delantera blanca, que llega, al igual que la defensa culé, batiendo récords.

Con Isco en el campo, Benzema tiene menos rivales, más espacio y más tiempo para lanzar a Cristiano, que no necesita ni la mitad de ayuda que recibe para marcar. El portugués parece haber olvidado sus molestias en la rodilla que lastraron el final del pasado curso y el Mundial, y resulta casi inimaginable que falle ocasiones. Cada vez menos extremo, y cada vez más cerca de ser el «9» que sus condiciones permiten que sea, aunque él no lo crea. Sus registros goleadores son de otra época, seguramente futura, en la que lo normal será golear como él hace en el presente actual. Porque en el pasado no hubo nunca un goleador como él en este momento.

Pese a todo, Ancelotti tiene aún varias cuestiones que debe solucionar. El de Anfield fue un importante test superado con nota, pero aún le quedan asuntos por resolver. El técnico italiano apenas supo detener a un Messi muy deteriorado la pasada campaña, y el de este año llega rozando la excelencia futbolística. El argentino sabe como nadie atacar los espacios débiles de su rival, y coincide con su posición favorita: la espalda de los mediocentros, espacio que Modric no defiende todavía tan bien como hiciera el anterior año. Quitarle ese metro a Messi habrá sido un quebradero de cabeza para Ancelotti, al igual que para su colega Luis Enrique habrá sido imaginar como generarlo.


Porque seguramente ambos técnicos hubieran firmado que el enfrentamiento entre ambos tardara varias semanas en llegar. El clásico llega demasiado pronto para dos equipos que acaban de despegar, pero que aún no han alcanzado las máximas revoluciones, lo que provocará averías en el motor y sorpresas que ambos estrategas no se esperarán. El duelo entre los dos titanes del fútbol español llega antes de lo deseado para sus técnicos, pero entra en escena justo «en el momento dado», que diría Cruyff, para los aficionados. 

Aitor Soler

1 comentario:

  1. Enhorabuena.
    Te pasa como al buen vino, cada día eres mejor.
    Se nota tú vena culé, pero reconozco que en esta ocasión eres bastante neutral.
    felicidades campeón

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