viernes, 12 de septiembre de 2014

El Barça no es un altavoz

Tras otro infernal parón de selecciones, la Liga vuelve al fin a escena. El Barça de Luis Enrique se verá las caras con el Athletic de Valverde, pero esta vez las tan halagadas innovaciones del técnico asturiano pasarán a un segundo plano. Pese a las buenas victorias de este nuevo Barça en las dos primeras jornadas, la noticia esta vez no será el fútbol, pero lamentablemente sí estará en el campo.

La celebración de la Diada en la que multitud de catalanes reclamaron su supuesto derecho a decidir su futuro ha usurpado el trono que le corresponde al fútbol como gran protagonista de una jornada liguera. Pero el Barça ha decidido quitarle al balón el papel estrella que merece para dárselo a la política, cuya presencia en un estadio es tan prescindible como la de Jar Jar Binks en Star Wars.

El club catalán, con la decisión de usar como local la camiseta de la Senyera (equipación que no entra en vigor esta campaña), cruza una peligrosa línea que le puede convertir en el altavoz de los caprichos de unos políticos, a los que nada les importa el fútbol. Al contrario que miles de aficionados culés españoles, y que viven tanto dentro como fuera de Cataluña, que ven como el club de sus amores les da la espalda.

Porque es totalmente lícito, e incluso necesario, que los clubes de fútbol empleen el gran impacto que tienen sobre la sociedad en favorecer el trasvase cultural entre las distintas ciudades a las que pertenecen. Pero esta vez el Barça, al igual que en 2012 cuando en todo un clásico Barça-Madrid priorizó los colores de la Senyera antes que los suyos, ha ido un paso más allá. Y puede convertirse en un peligroso paso en falso.

Alguien debería recordarle a la junta actual encabezada por Bartomeu que España no es solo bipartidista en democracia (pese a que el binomio PP-PSOE parezca agonizar sus últimos días), sino también en fútbol. No hay niño en el país al que no se le haya preguntado de pequeño: "¿tú qué eres, del Barça o del Madrid?", y desgraciadamente muy pocas veces la respuesta es otro club. Mostrarse tan abiertamente beligerante con el tema de la independencia de Cataluña puede suponer una derrota definitiva ante el máximo rival en la captación de nuevos aficionados. Pocos niños querrán ser de un equipo que no es de su país.

Niños que en un futuro podrían gastar parte de su sueldo en camisetas, bufandas u otros artículos del Barcelona. Porque directa e indirectamente, los aficionados son el principal foco de ingresos de un club de fútbol. Son los principales clientes de los productos que salen a la venta. Pero también son el barómetro del impacto que puede tener un club en la sociedad. Una medida que la publicidad conoce muy bien. Cuantos menos culés hubiera por las calles, menos ingresos recibiría el club por publicidad. Perder la batalla en las calles sería perder la batalla en el campo. ¿Puede permitirse un club de la grandeza del Barcelona desacostumbrarse a ganar? La respuesta es obvia.

El Barça es un club demasiado grande para ser solo catalanista. Y pese a que Manuel Vázquez Montalbán lo calificara como "el ejército de Cataluña sin armas", el Barcelona es ante todo un club que representa a millones de personas, muchas de ellas españolas. El Barcelona ante todo un club de fútbol, deporte que le ha dado grandes alegrías durante los últimos años, y que ha provocado el nacimiento masivo de nuevos aficionados culés, y que sienten más respeto por los colores del club que el que sienten los políticos y directivos de turno, que lo ven, ante todo, como un altavoz.

Aitor Soler

1 comentario:

  1. Y el RCD Espanyol porqué no jugó también con la senyera? O El Girona o el LLagostera?

    UN saludo

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