domingo, 19 de diciembre de 2010

Cánones y modelos

El ser humano, a lo largo de su andadura por la historia, ha establecido siempre ciertas bases en cualquier aspecto para conseguir que este tuviera la repercusión adecuada, y con ello un éxito sobre cualquier otro modelo. Un gran ejemplo de ello se refleja en el arte y el duelo que se produjo entre el orden del Renacimiento y  el misterio del Barroco y cuya lucha persistiría con las corrientes continuistas de cada uno, Clasicismo y Romanticismo respectivamente.
Así pues en el fútbol también se produce este hecho, cada cierto período de tiempo surgen generaciones de futbolistas que aportan una dosis de innovación creativa respecto a otros, y cuyo principal aspecto en común se encuentra en el lugar del que proceden.
Dicho esto, sería en la década de los 90 cuando se produciría una de estas apariciones provocada por la explosión futbolística que se dio en la antigua Yugoslavia, donde surgió una hornada de jugadores de la que se llegó a decir que eran necesarios en un equipo campeón dada la competitividad que introducían en cualquier vestuario.
Lamentablemente la crisis que se vivió en los Balcanes durante esa época se convirtió en el obstáculo que les privó de conseguir algún título importante a nivel de selecciones, pero a pesar de esta situación brillaron en el Mundial de Italia 90 y hoy en día son recordados nombres como Davor Suker, que formó una asociación letal en la delantera madridista con otro balcánico como Mijatovic, o Robert Prosinecki, cuyas lesiones (y posteriormente su afición por el alcohol y el tabaco) se convirtieron en su peor handicap y que privaron a los amantes del fútbol de su gran talento. Cabe mencionar también a jugadores como Dragan Stojkovic, Sinisa Mihajlovic, Zvonimir Boban o Robert Jarni entre otros.


Esta será recordada como una de las grandes generaciones de futbolistas que dio una zona en particular, pero no será la última, ya que actualmente y desde hace unos años una nueva moda se ha impuesto en el fútbol europeo utilizando sobre todo a Francia como puerta de entrada, y esta vez no se trata de un país en concreto sino de todo un continente, África, y que ha conseguido su lugar dentro del fútbol, no solo por el último Mundial organizado ni por llevar a un equipo a la final del Mundial de Clubes, sino por la gran multitud de talentos que están triunfando en el extranjero, convirtiéndose curiosamente en una gran fábrica de mediocentros que aportan músculo no exento de calidad de la mano de jugadores como Makélélé, pieza indispensable en el Madrid de Los Galácticos dado su sacrificio en el centro del campo y posteriormente en el Chelsea, donde ahora juega su sustituto natural, Essien, clave en el esquema de Ancellotti, o Patrick Vieira, símbolo de uno de los mejores Arsenal de la historia, que se suman a los últimos en aparecer como Yaya Touré, que tras su gran paso por el FC Barcelona ahora triunfa en el Manchester City, o los jóvenes Kaboré y Capoue, destacados en la Ligue 1 y que ya son seguidos por los grandes de Europa; y delanteros de una fuerza descomunal pero que no carecen en su aspecto técnico como Samuel Eto'o, el mejor delantero que ha tenido el Barça en la última década o Didier Drogba, que pese a su edad continúa siendo un delantero letal, al  igual que su compañero y compatriota Salomon Kalou o el joven Gervinho, actualmente en el Lille, y que demuestra el buen hacer de los ojeadores de la liga gala.


Pero, sin duda, con lo que me quedo de la aparición de estas generaciones es la complejiad para encontrar su causa, y es que resulta tan difícil pensar cuál es el motivo como ilusionante sospechar que la respuesta pueda ser que el fútbol es el único lenguaje universal.

Aitor Soler 

1 comentario:

  1. Lamentablemente, en sus selecciones no cuajan, no se sienten cómodos, apenas brillan a nivel continental, salvo Ghana en los dos últimos mundiales, que me gustó bastante... para colmo, la mejor selección africana a nivel de equipo, que la toca con mayor criterio y posee cierto orden táctico, no juega fases finales de un Mundial. Una pena.

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