La verdad del aficionado es la única verdad. Esta parece ser la base del éxito del periodismo deportivo en los últimos años, y como he podido comprobar, también lo es a nivel local. Esto tiene una principal consecuencia de la que nadie se percata: siempre queda una minoría que defiende otra postura. Y al ser minoría, siempre es ignorada, como mínimo. Esto es en líneas generales lo que está pasando en Alicante con el Hércules.
Gran parte de la afición herculana ha estallado en contra de la gestión de Ortiz (parte de esos aficionados son los mismos que hace unos años le suplicaban que tomara las riendas del club). Ese estallido no solo va dirigido hacia el empresario, sino también para uno de sus hombres de confianza, y actual entrenador del equipo, Juan Carlos Mandiá. Desde el comienzo de la temporada, el Rico Pérez se convirtió en una tremenda ebullición de entrenadores, a pesar de que el equipo nunca se alejara de los puestos altos de la Liga Adelante, la cabeza del gallego se pedía en incontables ocasiones.
Y desde que acabó la temporada, tras haber caído ante el Alcorcón en la primera ronda del playoff de ascenso, el técnico no solo se ha enfrentado a la persecución de la hinchada, sino también a la de los medios, que han visto en la situación una gran manera de aumentar su audiencia, creando un público selectivo, pero fiel.
Mandiá se enfrenta a un acoso que se disparó más aún tras mostrar su apoyo a Enrique Ortiz, una decisión lógica, ya que aseguraba su puesto en el club. Parte de la hinchada, con la ayuda inestimable de los medios, convierten cada decisión del técnico en un pecado capital. Viendo el panorama, cualquiera se atreve a recordar que fue él el responsable de la salida del Hércules del infierno de la 2ªB. El fútbol carece de memoria, y presume de ignorancia. Porque coger a un equipo nuevo y hacerlo luchar por el ascenso ante plantillas superiores no es tarea fácil, aunque nos intenten vender que sí.
Afortunadamente quedamos unos pocos que luchamos por mantener viva la memoria y alejada la ignorancia, pero que sobre todo dejamos trabajar a los que saben. Porque si a un médico o a un abogado no se le dice como ha de hacer su trabajo, ¿por qué sí a un entrenador? Aunque no lo parezca, esa minoría somos herculanos, pero por poco tiempo, ya que me temo que el término "pseudo-", que está tan de moda últimamente, se dejará ver por la Costa Blanca...
Aitor Soler
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