Como cada final de temporada, los equipos modestos gozan de su momento de gloria al acaparar cierto protagonismo informativo que suelen monopolizar el resto del año las grandes estrellas. El motivo no es otro que el descenso, o mejor dicho, la lucha por evitarlo.
Los partidos se convierten en una disputa emotiva que va más allá del terreno de juego. Una disputa capaz de unir a equipo y afición en un todo cohesionado que late con más fuerza que nunca. Mostrando un impetuoso orgullo con tal de defender la categoría, y con ello, el estadio por el que tantos sueños han pasado, ahora transformado en un fortín imperial en el que el valor de la victoria no conocerá límites.
Estos factores renconfortan, y mucho, a los seguidores del fútbol. La resaca que dejó el carrusel de clásicos sigue siendo un lastre, pero ilusiona saber que el negocio mediático en el que se ha convertido el deporte rey aún no ha llegado a la que llaman "la otra liga", donde las aficiones depositan todo su empeño en demostrar que el fútbol debe seguir siendo el opio del pueblo. La masa social que arrastra este deporte es un componente esencial que lo hace mucho más grande. Una grandeza que jamás se pondrá en venta.
Aitor Soler
Tweet
Putada muy grande... el Depor acompaña al Hércules y al Almería. Valerón, Guardado, Juan Rodríguez, Trezeguet, Drenthe, Tote, Farinós, Piatti, Crusat... Cuántos cracks se pierde por el momento la Liga BBVA. Esperemos que por lo menos a algunos de ellos los fichen algúnos clubes de primera. Un saludo.
ResponderEliminarexcelente entrada
ResponderEliminar